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Las mujeres y la fidelidad

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¿Qué les pasa?

¿Por qué si son las mujeres tan infieles como lo son los hombres se atribuyen ellas entonces la exclusividad de la virtud de la fidelidad?

Escándalos de hombres que les “ponen cachos” a sus mujeres hay millones; el último, el del ahora exdirector de la CIA. Y es que como él hay un pocotón de hombres famosos que han caído en desgracia porque tuvieron aventuras fuera del matrimonio, también cayeron el expresidente Clinton, el golfista Tiger Woods y el actor Jude Law por citar solo algunos.

Hay que ver a estos tipos, negando lo innegable, pidiendo perdón y/o llorando como unas niñas porque les fueron infieles a sus esposas. Hay que ver también a las esposas “quemadas” con las caras desencajadas y los ojos llorosos acompañando a los infieles al “podio” a dar sus mea culpa. Y es que son tantos los escándalos que la historia del hombre infiel y su esposa engañada sirve de inspiración de una serie de televisión llamada The Good Wife.

Pero por más que estos escándalos se dan una y otra vez, a todo el mundo parece cogerlo de sorpresa que alguien le sea infiel a otra persona. En serio, las historias sobre la infidelidad de otros son como accidentes de tránsito y donde la morbosidad atrapa la atención de todo el mundo al punto que nadie puede evitar bajar la velocidad para ver “que fue lo que pasó”. Bajar la velocidad para enterarse, para poder contarle a todo el que quiera oír el cuento y hacerse las mismas preguntas idiotas de siempre cada vez que algo así pasa…

Y es que así como hay accidentes de tránsito, hay “quemes” (como les dicen en Panamá) y como hay razones para los unos, las hay también para los otros; que se “había pasado de tragos”, que “estaba resbaloso y perdió el control”, que “se le atravesaron así de la nada y no pudo maniobrar para esquivar”, que “pegó por detrás por estar mirando para otro lado”…

Pero sin importar si fue un problema de “tragos”, del “estado del piso”, de si “les salieron de la nada” o de si estaban “mirando para el otro lado”, con los “cachos”, a diferencia de los accidentes de tránsito, pareciera que siempre los ponen los hombres; “nunca” las mujeres… En serio, con las infidelidades pasa eso que es casi siempre cierto de un accidente de tránsito, que si está involucrada una mujer, la culpa siempre es de ella; pero al revés.

Pasa en todo caso que hay también infidelidades que les son atribuibles a las mujeres y no solo a ellas que participan en los “quemes” y “cachos” que ponen los hombres; que para ser infiel se necesita de al menos tres. En serio, las mujeres son también infieles pero de esos “cachos” y “quemes” nadie habla. Y si hay mujeres infieles, ¿por qué no ve uno a ninguna por ahí con el marido todo desencajado y lloroso llevado del brazo al “podio” para ofrecer ella su propia mea culpa?

De arrancada pasa que ningún hombre se ofrece para semejante pendejada de dejarse exhibir con la “cornamenta” para que la transgresora haga creíble su disculpa; no… los hombres puede que perdonen infidelidades, pero no conozco ninguno que quiera que además de ser “quemado”, ser exhibido como trofeo de una infidelidad. Pasa también que las mujeres son más discretas y al final del día más inteligentes que los imbéciles que además de infieles les gusta exhibir sus conquistas; tanto que hay un poco de mujeres infieles de las que nadie habla pero sí un exdirector de la CIA, un expresidente, un golfista y un actor de los que todo el mundo sabe “quemaron” a sus mujeres.

No digo en todo caso que sean todas las mujeres infieles, tampoco lo son los hombres, pero hablando por mi propia experiencia; que he sido infiel, que me han puesto “cachos” y que he sido ese con quien “queman” a otro, que no hay en todo caso inteligencia en creer, querer y/o ocultar eso que es tan propio de todos, hombres y mujeres, como lo es que somos todos infieles; no solo los hombres. En serio, hay una realidad que podamos querer no creer o reconocer y es que tanto a hombres como a mujeres nos cuesta la monogamia.

Porque a mujeres y hombres les cuesta la monogamia; porque podríamos en vez de escandalizarnos cada vez que vemos y oímos de la infidelidad de otros reconocer que podemos ser más honestos con nuestros deseos y menos mentirosos con nuestras parejas; pero sobretodo porque como hay hombres hay también mujeres infieles es que me pregunto ¿por qué se atribuyen las mujeres entonces la exclusividad de la virtud de la fidelidad? ¿Qué les pasa?

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Próxima entrada: Las mujeres y el perdón (Martes 27 de Noviembre de 2012)

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